Estos días he estado leyendo reseñas, crónicas, biografías cortas,
artículos, obituarios, etc sobre Leonard Cohen fallecido el pasado 7 de
noviembre. Siempre, cuando alguien se va hay buenas críticas, mil aduladores adjetivos,
y montón de anécdotas y situaciones, en este caso ninguna se equivoca.
Al objeto de escribir algo más personal, bien argumentado y mejor
documentado, los he espigado con cierta avidez, pero tras corta reflexión, he
decidido olvidarlo, y es mejor os lo prometo, ya que ésta de María Estévez aparecida en la
sección de cultura/música de ABC el día 14 de noviembre de 2016 me ha parecido
bella, sencilla y justa.
Por esta razón y con el permiso de María y del propio ABC la subo a este
blog.
Nuestra aportación: dos temas de LEONARD COHEN conocidos por todos y extraidos de
ese pozo sin fondo extraordinario de músicas que es You Tube.
Leonard Cohen se ha
marchado meses antes de celebrar su 50 aniversario como cantante. Corría el año 1967 cuando se publicó «Songs of
Leonard Cohen» y el mundo descubrió su voz profunda, su talento para conjugar
palabras. Aquel álbum le estableció como un cantautor a la altura de Bob Dylan
o Joni Mitchell. Sus canciones, pobladas de liturgia mística, hablan de culto,
de rezos, de romance, de demonios y ángeles. «Nunca me consideré una persona
religiosa, no tengo una estrategia espiritual, creo que salto de un lado a otro
como muchos de nosotros. Elijo el vocabulario con el que fui educado. El
paisaje bíblico me es familiar, es natural que use esas referencias» confesó
hace apenas un mes, en la que fue su última entrevista ante los medios, en el
Consulado de Canadá. Que privilegio verle hablar, tenerle cerca. Llegó para
presentar su disco, You Want it Darker. «Amigos, gracias por venir. Algunos
habéis recorrido un largo camino y lo aprecio. Otros, habéis tenido que
conducir a través de Los Ángeles, eso lleva el mismo tiempo, gracias también
por venir» bromeó con los presentes.
Confieso que me sorprendió su delgadez, su
debilidad, arrastraba el paso
apoyado en un bastón. El precio pagado a su enfermedad era aparente, su hija
Lorca le atendía con delicadeza y se intuía en su presencia física como se le
escapaba la vida. «Voy a vivir para siempre» dijo, cuando un periodista hizo
referencia a su entrevista con la revista The New Yorker, dónde anunciaba que
estaba preparado para morir. Yo le miraba y pensaba en Lorca, en España, en la
influencia del flamenco rasgando las palabras de Cohen al componer. «Largas
sombras afiladas vienen del turbio horizonte, y el bordón de una guitarra se
rompe» escribió el poeta granadino a la muerte de la petenera. Hoy sus palabras
hay que dedicárselas a su alumno, a Leonard Cohen, el novelista convertido en
poeta, el galán que conquistó al mundo con su Hallelujah, el poeta que nos ha
dejado huérfanos de su música
Su último regalo es «You Want
it Darker», un
testimonio singular sobre la perdida, un lamento enigmático que invoca su
marcha. «Viajo ligero, es un adiós. Mi una vez tan brillante, mi estrella
caída» canta en Traveling Light . Cohen parece, en sus nuevas canciones,
dispuesto a morir, pero el autor, que apareció sin su tradicional fedora
durante la presentación, reconoció tener todavía muchas ganas de vivir. «Cuando
dije que estaba preparado, exageraba. Soy muy dramático, tengo la intención de
llegar a los 120 años» confesó, provocando la risa de la audiencia. También
aseguró que le gustaría publicar con más frecuencia, aunque no era capaz de
producir con rapidez. «Me cuesta escribir, juntar una palabra con otra. Cada
uno tiene su propio sistema mágico y mi mente es demasiado desordenada. He intentado
simplificar mi entorno, porque creo que si lo que me rodea no está tan
desordenado como mi cabeza no podría funcionar».
Leonard Cohen, el autor que nos pidió hacer magia y no ser
magos, nos abandona a sus 82 años, su profunda voz se apaga,
nos quedamos solos en un mundo más difícil de entender sin exploradores de la
naturaleza humana como él, como Lorca.
El Cohen espiritual, entregado a su suerte, había atado cada detalle de su
funeral y su muerte, anunciada un día después por su familia,
es una larga travesía en el desierto del desconsuelo para sus admiradores.
“Nunca me he considerado religioso, en mí no hay una estrategia espiritual.
Siento la gracia de otra presencia, pero sin una estructura. El paisaje bíblico
me es familiar e intento utilizar esas referencias en mis canciones, en mis
poemas”. Despidiéndose agradecido, Leonard Cohen nos dejó con el alma ligera y
un poquito más en paz. Con su muerte no solo perdemos al artista, sino también
el arte que con su magia convertía nuestra debilidad en fortaleza.
María Estévez. Los Ángeles 14.11.16 ABC
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